Los seres humanos somos cuanto menos peculiares. A menudo nos descubrimos repitiendo ciertos patrones tanto de conducta cómo de pensamiento que nos hacen sentir de algún modo que estamos viviendo “el día de la marmota”.
Discusiones con las parejas, con los padres, con los amigos, con el jefe, las cuales parece que son siempre iguales, o al menos muy parecidas.
En mi caso, a menudo me he encontrado en situaciones o discusiones en las que desarrollando comportamientos y conductas (incluido mi modo de pensar y sentir), estaba seguro de haber estado ya allí, y además muchas veces.
No se si esta circularidad constante de nuestra conducta en ciertas situaciones puede ser uno de los matices de “la rueda del Karma”. Si me preguntas, como opinión personal, creo que es la parte más evidente de que estamos envueltos en la rueda del karma (Karma en su acepción etimológica significa acción). Dicho de otro modo, nos encontramos una y otra vez repitiendo las mismas acciones, porque quizás de algún modo las acciones que realizamos se autoperpetuan generando así una rueda, un bucle o como lo quieras llamar.
No cabe duda que las acciones generan un karma, y en este sentido vamos a usar karma con su significado (no literal, permitidme estas licencias), de consecuencias. Esas consecuencias en el pensamiento budista a menudo se referencian como semillas en la mente sutil (que por tanto te van a llevar por un lugar u otro, o al menos invitarte a ir por esos senderos que quizás no deseas). Sea como fuere, no nos referimos a las consecuencias en los otros, sino las consecuencias en nuestro propio cerebro y nuestras propias mentes.
Ninguna acción (conducta), se desarrolla en la solitud del ser, siempre se desarrollan en un contexto. Ese contexto puede incluir directa o indirectamente a otros, y siempre va a incluir cosas del mundo. Ese contexto va a incluir nuestra propia historia que va siempre con nosotros. Esta historia son las experiencias y los aprendizajes que hemos tenido. Quizás esto sea un modo de decir que en nuestras acciones siempre va a estar el Karma o esas semillas relacionándose con lo que hacemos en la forma de nuestra historia personal, no sólo de lo que nos ha sucedido, sino sobre todo de lo que hemos hecho ante lo que nos ha sucedido.
Esas acciones generan unos efectos en nuestro sistema nervioso, efectos de los que a menudo no somos conscientes. Hay una metáfora que dice que el pez no sabe de la existencia del agua hasta que le sacan de ella. Es un modo de decir que ese pez al estar totalmente rodeado de agua no es consciente de la misma hasta que le falta. De algún modo, la da por hecho.
Esa misma metáfora nos la poríamos aplicar para muchas cosas distintas, por ejemplo para nuestro sistema nervioso (sobre todo las partes del mismo que imlican proceso automático no consciente de la información), así como a muchas de las sensaciones que se producen en nuestro cuerpo y que ya vimos en entradas anteriores que están en la génesis de las emociones y fuertemente imlicadas en la toma de decisiones.
Como el pez en el agua, no conocemos ese sistema nervioso, a menudo no percibimos la cantidad de sensaciones que se producen en nuestro cuerpo y que nos mueven en una dirección u otra de un modo autónomo (sistema nervioso autónomo). Esto movernos sin darnos cuenta se da a través de las relaciones entre los niveles de activación que este sistema decide por la observación del entorno de uno modo autónomo sin que seamos conscientes de ello, junto a las memorias implicitas (no conscientes) e incluso las explícitas pero que en ese momento no pasan por nuestra parte consciente. (Esto quizás os anime a revisar entradas anteriores dónde nos centrábamos en todo esto que sucede en el cerebro sin que nos demos cuenta). El efecto, nos vemos metidos en esas conductas repetitivas, o discusiones repetitivas, como si de repente nos encontrásemos allí sin haberlo decidido o elegido.
Pero bien vamos allá, avancemos hacia donde estáis esperando que avancemos.
Cuando nos encontramos en esta rueda del karma, en el día de la marmota o en los bucles que todos mis clientes de psicología descubren (bucles tanto mentales como comportamentales), lo que nos viene a la mente es:
“Si ya lo se, pero es que (por ejemplo), si no sintiera tanta rabia no sería tan agresivo, cuando consiga estar más calmado y me vayan mejor las cosas seré menos agresivo”.
“Si ya lo se, se que siempre salto cuando pasa eso, y que es una tontería, pero es que me hierve dentro, ¿qué puedo hacer para no sentir eso y así no hacer eso?”
“Está muy bien lo que dices, pero es que yo no tengo tanta fuerza de voluntad, si tuvies fuerza de voluntad lo haría”.
“Buff es que cuando lo pienso, no tengo ninguna gana, se que me viene bien pero buff”
“Ahora mismo solo pensar eso me da mucha ansiedad, cuando no tenga tanta ansiedad lo haré”
“Estoy en un momento muy malo de mi vida, cuando me encuentre mejor ya retomaré todas esas cosas”.
¿Habéis visto el Karma en todas esas cosas?
Se produce un efecto muy curioso. Parece que nuestras acciones son decididas por la rabia, la voluntad, la ansiedad, el malestar, las ganas o su falta.
¿Serán esa rabia, esa falta de voluntad, esa ansiedad, ese malestar y la falta de ganas ese Karma? ¿esas semillas que hacen que nuestras acciones se autoperpetúen? Sin duda alguna son una parte de ese autoperpetuación y de ese Karma.
Si esas emociones o sensaciones son las que deciden lo que hacemos… ¿qué papel tenemos nosotros? ¿Existe el libre albedrío? ¿o puede quizás el libre albedrío significar que podemos elegir la vía fácil, es decir que esas semillas decidan nuestras acciones o decidir nosotros?
Lo explico de otro modo a través e un ejemplo concreto. Cojamos otra cualidad de la mente, o de las personas. Cojamos a una persona valiente.
¿Una persona valiente es una persona que no tiene miedo? ¿o sería más correcto decir que una persona valiente es la que tiene miedo? Sino tienes miedo, ¿cuál es la valentía de hacer lo que haces? y si tienes miedo y lo haces ¿estás siendo valiente?
Y aquí viene lo siguiente:
Esta persona con miedo podría decirme. “No lo hago porque tengo miedo” De nuevo vemos como el karma, esa semilla que en algún momento de su historia se ha implantado está tomando decisiones por él, quedando encerrado en una rueda de hamster. Esta persona me podría decir “quítame el miedo”. Vamos a ver opciones que podemos hacer para “quitarle el miedo”.
- Reestructuración cognitiva de la psicología cognitiva: sin meterme mucho en ello, es meterte a que el cliente piense de un modo diferente sobre lo que le da miedo. Simplificando, convencerle de que no tiene porque tener miedo.
- Meditaciones en las que se centre en la emoción de la valentía, para desarrollar esa emoción o sensaciones en él y que se sienta valiente y empoderado para hacer lo que le da miedo.
- La opción de las terapias de la tercera generación, que no os la cuento, porque es la que tiene más efecto y sentido y en realidad impregna toda esta entrada.
En ambos casos, es decir tras el punto 1 o el 2, se le va a invitar a algo. “Ahora hazlo”. ¿Realmente creéis que la persona ya no va a tener miedo? ¿que el miedo a desaparecido? La realidad es que el miedo está igual, y sino preguntadle que siente a alguna persona que haya pasado por eso.
¿Entonces para que sirven los puntos 1 y 2? Fácil, simplemente para generar la motivación a que la persona lo haga y que lo haga con miedo. Es lo único que va a cambiar la relación con el miedo.
¿y qué pasa con la valentía? La valentía, se desarrolla una motivación hacia ella en el punto 2, pero la valentía sólo se desarrolla dando pasos. Es decir, uno no es valiente y anda, uno anda y eso le va haciendo valiente. La causa de hacer (andar), no es ser valiente, hacer (con miedo), andar (con miedo) es lo que va desarrollando la cualidad de la valentía. ¿Quién decide si andas o no, tu miedo o tú? ¿Interesante pregunta verdad?
¿Y qué pasa con la falta de ganas, la falta de voluntad, la ansiedad, la rabia…?
Si esperamos a tener ganas, a tener voluntad, a no tener ansiedad, a no tener rabia… dejamos que ellas ganen, seremos víctimas de nuestro Karma (historia). Hay muchas cosas que podemos hacer con estas emociones, sobre todo con la ansiedad, con la rabia, y con todo lo asociado a ellas, pero no es esperar a que desaparezcan, ni forzar a que desaparezcan, están ahí porque tenemos una historia y por así decirlo, ¿qué tal te va cuando estás enrabietado, muy enfadado y alguién te dice no te enfades? ¿o si tienes un ataque de ansiedad y alguien te dice que te calmes? Parece que no funciona intentar no pensar en el elefante rosa, o dicho de otro modo, intentar no estar enfadado o ansioso.
–Tener ganas cómo la valentía se desarrolla con los pequeños pasos. Hazlo sin ganas.
–Tener voluntad igual, se desarrolla con pequeños pasos, hazlo aunque no tengas voluntad.
-La rabia. No tener ganas o no tener fuerza de voluntad te lleva a hacer algo concreto; no hacer. Estas sensaciones o emociones que te llevan a no hacer se entiende fácilmente que se fortalecen con esos pequeños pasos. Es un poco más contraintuitivo estas postivas o activas, enfado, rabia, ansiedad… Bueno… por no intentar convencerte, vamos a simplemente plantear un experimento conductual.
Cuando aparece la rabia o la ansiedad, ¿puedes probar a hacer algo distinto a lo que sueles hacer¿ De hecho, la propuesta sería ¿puedes hacer lo contrario a lo que quieres hacer?
-Por ejemplo: “por la ansiedad no voy a preguntar al dependiente que creo que si lo hago molesto”, ¿puedes preguntar? o “por la ansiedad no voy” ¿puedes ir con ansiedad? “por la ansiedad me meto en la cama” ¿puedes salir a dar un paseo con esa ansiedad?
–Con la rabia o enfado: “quiero gritar” ¿puedes hablar amablemente?, “quiero tener razón” ¿puedes escuchar con atención sin interrumpir y ver el punto del otro?
No quiero convencerte de nada, sólo quiero invitarte a probar estas cosas y que:
-Observa que sucede diferente en ti.
-Observa si lo que sucede en la situación (contexto) es diferente.
Si hacer lo que has hecho siempre te lleva a sembrar esas semillas de malestar en tu mente que parece que te llevan a comportarte de ciertos modos que parece que estás en una rueda de hamster o en el día de la marmota, ¿qué tal probar algo distinto?
Las cualidades de la mente siempre se desarrollan en la acción, es decir, andando, si queremos ser valientes habrá que dar pasos en esa dirección, si queremos no ser tan rabiosos tenemos que dar pasos en esa dirección.
Te invito a que pruebes esto si quieres salir de la rueda del karma, aún así ten en cuenta lo siguiente de lo que ya hablaremos o que ya hemos hablado:
- Necesitas ser consciente, darte cuenta, discriminar, esas semillas, es decir los pensamientos, sensaciones físicas y emociones que surgen en ti en esas situaciones para que puedas tomar un poco de distancia y ELEGIR hacer otra cosa distinta.
- Necesitas ser consciente o saber para qué (no por qué) quieres generar un cambio, y qué tipo de persona quieres ser, es decir, qué es lo importante para tí, que valoras.
Este punto 1 y 2, y en realidad lo que he contado, aunque veas que tiene sentido, es complicado, así que si ves que te cuesta mucho, que no terminas de ver cómo empezar a llevarlo a cabo, pero quieres intentarlo, ponte en contacto conmigo y te ayudaré encantado.
Abel Alamillo Gordo.
Psicólogo Colegiado M-21585
Experto en Terapias Contextuales de Terecera Generación.
Psicología Focalizada en la Compasión.
Master en Psicología General Sanitaria.