Cinco cosas que no sabías sobre el nervio vago
Una intrincada y desconocida red nerviosa, la más larga del cuerpo, es clave para tu salud y bienestar
Estrategias eficaces para manejar el dolor crónico y vivir mejor
ROCÍO CARMONA 10/02/2020 06:00
Sin que tengas que pensar en ello ni hacer ningún esfuerzo en particular, tu corazón latirá hoy unas cien mil veces, tus pulmones inspirarán y espirarán unas veintitrés mil, parpadearás unas doce mil, tu sangre circulará a través del cuerpo tres veces por minuto y tu hígado se mantendrá ocupado durante todo el día limpiando esa misma sangre. Las bacterias que viven un tu intestino, toda una pandilla de bichitos que varía a cada momento, trabajarán con tu tracto digestivo para que puedas asimilar los nutrientes que necesitan tus células para funcionar y mantenerte vivo.
¿Alguna vez te has preguntado cómo ocurren todas estas cosas que escapan por completo de tu control, cómo funcionan todos estos procesos tan complejos y trabajosos de manera colectiva? La respuesta está en el sistema nervioso autónomo, una auténtica maravilla de la evolución. Nuestro cuerpo está diseñado para vivir y sobrevivir sin necesidad del pensamiento consciente. Imagínate si a cada momento tuviéramos que ordenarles a nuestros pulmones que respiraran o a nuestro corazón que bombeara sangre. La evolución de la especie humana está íntimamente ligada a nuestra capacidad de pensar de forma consciente. Y si esto fue posible en cierto momento se debió, en parte, a que los sistemas necesarios para sobrevivir se regularon de forma automática.
“El nervio vago, el más largo de todos los nervios craneales, es el encargado de controlar el sistema nervioso parasimpático y supervisa, por así decirlo, un enorme rango de funciones cruciales para la salud, comunicando impulsos sensoriales y motores a cada uno de los órganos de nuestro cuerpo”, explica Navaz Habib en Activar el nervio vago (Urano), un libro que desvela muchas de las interioridades de esta intrincada y misteriosa red nerviosa.
La neuróloga Patricia Pozo-Rosich, jefa también de la Unidad de Cefalea de Vall d’Hebron, explica de forma sencilla cómo trabaja esta parte tan importante del sistema nervioso: “Es un vehículo que transmite información directa del estado de la persona al cerebro. Es especialmente relevante en todas las enfermedades en las que la motilidad o el movimiento son factores importantes. Pozo-Rosich señala asimismo que el vago es uno de los pocos nervios que se origina directamente en el cerebro, es decir, no parte de la médula espinal “ni tiene otras estaciones de paso intermedias. Su jefe directo es el cerebro. Este uno de los motivos que explica, por ejemplo, la conexión entre el intestino y el cerebro de la que hoy se habla tanto”, aclara.
Crucial para la salud
El nervio vago es el más largo de todos los nervios craneales y supervisa un enorme rango de funciones
“El sistema parasimpático es la rama del sistema nervioso que nos permite relajarnos y recuperarnos de la tensión y las tareas cotidianas”, explica Nabab Haviz en su libro. “Nos permite permanecer en calma, reduce nuestra frecuencia cardíaca, reduce nuestra frecuencia respiratoria para que respiremos de forma más profunda y plena, y desvía el flujo sanguíneo de nuestras extremidades para dirigirlo hacia los órganos internos, permitiendo que nuestro cuerpo se recupere, permanezca en calma e incluso procree”.
Y continúa: “La gran mayoría de los controles del sistema nervioso parasimpático dependen del nervio vago. Es responsable de regular el control del corazón, los pulmones, los músculos del cuello y las vías respiratorias, el hígado, el estómago, el páncreas, la vesícula biliar, el bazo, los riñones, el intestino delgado y parte del intestino grueso”. Así pues, el funcionamiento de este nervio afecta de modo determinante a la salud, y aun así, todavía es un gran desconocido.
“Es responsable del control del corazón, los pulmones, los músculos del cuello, el hígado, el estómago, el páncreas, los riñones, el intestino…”
NABAB HAVIZ Doctor en Quiropráctica y autor de ‘Activar el nervio vago’
La doctora Pozo-Rosich afirma que si este campo está despertando interés por parte de la investigación es porque “es de acceso relativamente cómodo por su longitud, su estructura y su grosor” si lo comparamos con otras partes del sistema nervioso de alta complejidad, como puede ser el cerebro, y también porque hay indicios de que podría ser una puerta de acceso a nuevos tratamientos para ciertas enfermedades, como la migraña, el dolor crónico o ciertas dolencias cardíacas.
“Hoy en día se están probando formas de estimular el nervio vago para aumentar su actividad, por ejemplo, de vasodilatación, en el tratamiento de algunas enfermedades vasculares; o para el control del dolor o la relajación. Ciertas cosas que son funciones normales del (nervio) vago se intentan potenciar para ayudarnos en los tratamientos. Creo que es un campo que va a ir creciendo, aunque necesita todavía de algunos años de investigación y pruebas”, asegura.
El futuro
“Se están probando formas de estimular el nervio vago para tratar algunas enfermedades”
PATRICIA POZO-ROSICH Neuróloga, jefa Unidad Cefaleas Vall d’Hebron
He aquí algunas curiosidades más que seguramente desconocías acerca del papel del nervio vago y sus implicaciones en tu salud.
1. Nervio vago y enfermedades
Controla los niveles de inflamación
Al igual que los cables de un ordenador, los grupos de neuronas dentro de nuestros nervios envían información mediante señales eléctricas, las cuales, al alcanzar el extremo del nervio, hacen que se libere una señal química llamada neurotransmisor. Estos neurotransmisores se ligan a receptores en las células que reciben las señales, lo que produce un efecto en las células situadas en el extremo de la conexión.
El principal neurotransmisor utilizado por el nervio vago es la acetilcolina (ACh), que tiene un potente efecto antiinflamatorio en el cuerpo. Controlar el sistema inflamatorio es una de las funciones más importantes del nervio vago. Entre los trastornos más comunes relacionados con altos niveles de inflamación cabe señalar el Alzheimer, la artritis, el asma, el cáncer, la enfermedad de Crohn, la diabetes, la enfermedad coronaria y cardiovascular, la hipertensión o cualquier trastorno que termine en el sufijo itis.
2. Nervio vago y deglución
Permite comer sin atragantarnos
Cuando comemos no se nos ocurre pensar en el proceso de tragar cada bocado y detener el reflejo de respirar para no atragantarnos. Esta importante tarea es controlada por el nervio vago. Esta rama faríngea del nervio controla cinco músculos de la faringe y también el componente motor activo del reflejo nauseoso (el que provoca nauseas si algo entra en contacto con la parte posterior de la garganta o la base de la lengua para prevenir que nos atragantemos).
3. Nervio vago y respiración
Posibilita el habla y la relajación
Cada vez que respiras, ¿eres consciente del esfuerzo necesario para mantener tus vías respiratorias superiores abiertas? Los músculos que participan en este proceso también participan en la producción de tu voz. Si alguna vez te has preguntado qué nervio posibilita que te comuniques verbalmente con quienes te rodean, la respuesta es sencilla: se trata del nervio vago.
En los pulmones, la activación del nervio vago ralentiza la frecuencia respiratoria y hace que la respiración sea más profunda. Durante la fase de reposo y digestión, la respiración tiende a ser más profunda y proviene del diafragma en lugar de los músculos accesorios para respirar, y la frecuencia respiratoria tiende a ser más baja. Cuando una persona pasa del estado de lucha-o-huida a la fase de reposo-y-digestión, una respiración lenta y profunda activa el nervio vago y estimula el reflejo de relajación.
4. Nervio vago, hambre y saciedad
Avisa que hemos de dejar de comer
La saciedad se alcanza cuando nuestro cerebro recibe señales del nervio vago. Después de consumir una comida, las neuronas vagales envían información al cerebro sobre la cantidad de grasas que han penetrado en el hígado, en especial triglicéridos y ácido linoleico. Esto activa la función del nervio vago, enviando una señal al cerebro que produce una sensación de saciedad y el deseo de dejar de comer.
Un nervio vago poco activo quizá no sea capaz de transmitir esta señal, lo que podría conducir a una continua sensación de hambre, falta de saciedad y comer en exceso durante las comidas. Cuando el nervio vago funciona con eficacia, la persona tarda menos de 15 a 20 minutos en sentirse llena después de una comida.
5. Nervio vago y memoria
Aumenta la conectividad neuronal
Recientes estudios han mostrado que la presencia de bacterias intestinales es necesaria para el desarrollo y la maduración del sistema nervioso entérico y el sistema nervioso central. Como ya hemos visto, el nervio vago está muy involucrado en la transmisión de información del microbioma intestinal al cerebro. Esta cadena de comunicación podría ser responsable de activar la producción de una proteína denominada “factor neurotrófico derivado del cerebro”. La activación de este factor conduce a un aumento de la conectividad neuronal. Y, lo que es más importante, a la producción de recuerdos en el cerebro.
Otras investigaciones señalan que el estrés sostenido tiene un efecto perjudicial en el buen funcionamiento del sistema nervioso, y en particular del nervio vago, por lo que encontrar maneras de relajarse parece crucial para mantenerlo en buena forma. “Hay situaciones vitales de hiperalerta o de estrés que pueden hacer que se precipite o potencie que el nervio vago se desregule”, explica en este sentido la doctora Pozo-Rosich. “Y esto es importante porque estamos hablando de un nervio que llega a todas partes y conecta todos los sistemas”, advierte.
El estrés resulta perjudicial para el buen funcionamiento del nervio vago
La meditación y las técnicas de respiración, señalan algunos estudios, podrían ser herramientas a considerar en estos casos. “Sí, eso puede ayudar”, reconoce la neuróloga, “pero también hay que pensar que hay situaciones en las que más bien de lo que se trata es de estimular. Nosotros somos mediterráneos, y nuestro nervio vago vive en esta situación territorial concreta a la que nos hemos adaptado, con cierto nivel de energía, luz, calor… También nuestros genes son de aquí. Si uno es budista y vive en el Tíbet en una zona de gran altitud y de poco oxígeno donde no hace calor, quizá la manera de relajar sea esa: respirar, meditar, el mindfulness… Pero en mi opinión, en la zona mediterránea muchas veces más bien nos sobra energía que no conseguimos controlar tanto con mindfulness y respiración (aunque también pueden ayudar), sino sobre todo con ejercicio y movimiento” explica.
Y enfatiza para concluir: “Tú no puedes decirle a alguien en el Tíbet que se ponga a correr porque se ahoga, hay falta de oxígeno, y entonces tiene que aprender otras maneras de relajarse acordes con su situación. Quiero llamar la atención sobre esto porque está claro que respirar y hacer mindfulness ayudan, pero quizá ya no tendríamos que recurrir tanto a esas técnicas si nos moviésemos más, que es lo que toca por la zona en la que vivimos”.
“Somos mediterráneos, nos sobra energía, así que para relajarnos nos interesa el ejercicio, movernos más”
PATRICIA POZO-ROSICH Neuróloga, jefa Unidad Cefaleas Vall d’Hebron
Fuente: La Vanguardia salud